domingo, 28 de agosto de 2011

Carta al jardin Infantil

Queridas tías,

Soy la mamá de la niñita que lleva casi dos años en su jardín, la que ha participado en los talleres de arte, de ballet, de huerto y jardinería.

La mejor amiga de la T..., la G... y la R....

Ella aprendió a lavarse los dientes con ustedes, completó lo que más pudo sus libros de actividades y sus informes de conducta han sido impecables.

Es la niñita que bailó cueca el año pasado en la fiesta de septiembre, que bailó una canción de Robert Palmer y que este año no podrá bailar pascuense con su mejor amiga.

He tratado de darle lo mejor en su vida, y por eso elegí ese jardín infantil. Sin embargo, ustedes le abrieron las puertas a un hombre desconocido, que si bien es su padre, es una persona que requiere de límites para garantizar la integridad de mi hija y de los otros niños. Límite que ustedes, a pesar de haberme dicho que sí, no han sabido imponer.

La historia es larga y ustedes no tienen como conocerla. Sin embargo, pese a mis sugerencias, han emitido un veredicto bien similar al de la jueza: recibirlo en el jardín infantil, en la sala junto con los otros niños entre media hora y una hora y media a diario, además se han reunido con él a solas, le han entregado información confidencial y no han sido leales ni con mi hija ni conmigo, que por último soy la que paga la matrícula, el arancel, los talleres y cada cuota que corresponda.

Hoy, por una mala gestión anterior, mala suerte, deficiencias del sistema judicial chileno y la obsesión maníaca del padre de mi hija, tengo una orden de arresto y una orden de visitas compensatorias de dos quincenas más fin de semana por medio en la casa de su padre. Ustedes saben lo que eso ha implicado antes.

Ya les he contado la historia, saben lo que nos está pasando, sin embargo no nos han ayudado como necesitábamos y hoy debo irme del departamento donde vivíamos cerquita del jardín y por lo mismo, cambiar a mi hija a otro establecimiento para que no pierda el año.

No estoy dispuesta a enviarla ni un día más a un lugar con los ojos cerrados, enterándome sólo a través de terceros de todo lo permisivas que han sido con su padre, dándome cuenta de la falta de veracidad y coherencia de sus compromisos conmigo como apoderada.

Espero me entreguen todos sus trabajos, sus informes y todo lo que pueda necesitar para que no le falte una parte de su historia, pese a todo lo que ha tenido que faltar este año por la poca seguridad que ustedes propiciaron.

Les agradezco haberles enseñado a mi hija tanto, pero no les perdono que la hayan expuesto al punto de tener que nuevamente desmoronarle algo importante en su vida.

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