sábado, 27 de agosto de 2011

La Ecografía

Como a los 5 meses de gestación, tenía la ecografía 3D en que me dirían probablemente el sexo de mi guagua.

Lo invité a ir. Estaba esperando ansiosamente en la sala de espera de esa clínica al hombre que supuestamente estaba pasando por un mal momento y que una vez que se hiciera bien la idea de ser padre, volvería conmigo a construir un hogar.

Yo todavía pensaba que él era normal. Muchas veces me preguntó que cuándo yo le iba a dar un hijo, y esta era la oportunidad para que lo viera por primera vez, se le removiera algo adentro y sintiera la emoción y compromiso de ser papá.

Lo abrazo al saludarlo y él me empuja, me corre pero besa mi guata. Le pregunto qué onda y me dice: "Vengo a ver a la guagua. No a ti."

Ahí me di cuenta de mi rol de incubadora de su hijo. Nada más que eso. Nunca mis sentimientos ni nada importaron más que él mismo, su libertad y esta guagua que pasó a ser como el IPhone del momento. Un bien para lucir, para sentirse orgulloso, no para cuidar ni proteger.

Yo no sabía que él ya tenía otra mujer, una 10 años menor que yo, que fue quien le pegó junto con él el día 5 de septiembre. Y con quien mi hija compartió cama presenciando situaciones que no quiero volver a escribir porque me duele hasta el alma.

Entramos a la sala, me ponen el gel en la guata, aparece la guagua en el monitor y el médico dice: "¿Y cómo se va a llamar esta princesa?"

Reventé en llanto de emoción, angustia, pena, alegría... Sentía que ahora sí que estaba realmente sola en esto. No era un niño como él quería, pero sí una niñita que entonces sería más mia aún. La sentí más frágil. Con más necesidad de protección en este contexto de maltrato sicológico en el que ya llevaba tres meses llorando a diario con esa guagua adentro. El sentimiento de culpa de haber sido incapaz de sostener un proyecto de familia se agudizaba.

Mi intuición, más los hechos de abandono, violencia, negligencia, me han llevado a tener la convicción de que mi hija no puede estar bajo el cuidado de este papá. Más aún ahora que tengo un informe pericial que lo comprueba.

No corresponde que me vaya presa. ¡Es injusto!
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