miércoles, 24 de agosto de 2011

El 5 de Septiembre de 2010

Había estado entregando a mi hija para cumplir visitas decretadas por la corte de apelaciones, desde Julio de 2010.

Fin de semana por medio el progenitor se la llevaba en su jeep al departamento donde vivía con su polola. Una cabra 10 años menor que él, que también debe ser víctima de tanta cosa...

La llamé el sábado 4 de septiembre de 2010 para saber como estaba y no me dejaron hablar con ella. Respeté ese día de visitas con su papá y esperé hasta el día siguiente. A las 10 am llamé nuevamente y él no me dejaba hablar con ella. Mi hija gritaba "Mamá veeeen! Mamá veeeen!" Y él me dice: "Déjame en paz, es mi día, son mis visitas. Y cortó el teléfono".

En eso, me llama de vuelta la mujer y puedo escuchar de fondo que él le gritaba de manera muy agresiva: "Tómate la leeecheee mieeerdaaaa!!!!", y mi hija lloraba angustiadamente.

Lo llamé de vuelta y le pregunté qué pasaba. Me insultó de manera desproporcionada.

Eran las 10 am, tomé el auto y partí corriendo a su casa. Al llegar él iba saliendo con su polola y mi hija sentada atrás en su jeep. Él dudó si paraba o no. Frenó tan cerca de mi que creí que había encontrado la oportunidad para eliminarme.

Como no podía verla a través de los vidrios polarizados y el terror me invadía, fui a la puerta trasera, la abrí y él partió a toda velocidad con la puerta abierta, doblando a mano izquierda en la primera esquina mientras yo lloraba en el suelo de la calle sin saber qué hacer mientras él se arrancaba con un pedazo de mi que iba también desgarrado en llanto con esta escena.

El juez de garantía dijo que como la niña iba amarrada en su sillita, esto no era grave.

Él esconectó el celular todo el día y no me la devolvió hasta las 20 horas con un carabinero. No quise mirarlo a la cara ni hablarle. Me juré que jamás volvería a hacerlo.

Al subir con mi hija comienza el drama. Venía con moretones en la cara, toda chascona, su ropa interior sucia ya que se había hecho de todo porque la habían encerrado en la camioneta, y me dice: "Papá pegó mio", señalando una mejilla con un moretón hinchado.

La habían azotado contra la pared tomada del pelo, tal como me lo interpretó con su muñeca. Le habían tirado la lengua con la mano para afuera y la habían mechoneado.

Por qué? Porque no se habría podido aguantar callada tanto rato encerrada en el baño mientras el padre estaba en el dormitorio del loft con su polola.

Mi hija me dice que "la tía le soplaba al papá un tubo en la guata", y él dice hoy en tribunales la versión que creyeron: que yo soy tan creativa y mala, que puedo inventar todo esto y enseñárselo a ella para que lo repita.

Él tardó más de un mes en contarle este episodio a su abogada. ¿Por qué?

El certificado emitido por la Clínica con las lesiones tampoco fue prueba suficiente. Me dijeron: "La niña pudo haberse caído, o bien, usted misma pudo haberla golpeado para inculparlo".

Es así como esta madre supuestamente "celópata crónica" dicen que es capaz de armar este tongo, pero yo sé bien cuál es la verdad. Los niños no mienten y la imaginación que tengo no me da para cosas macabras....

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