miércoles, 24 de agosto de 2011

En este momento


Y estamos escondidas las dos en un lugar secreto. Tuve que regalar hasta el perro. Mi hija no puede ir más al jardín infantil. Las educadoras no se comprometen con la causa, no saben si creerle al galán o a la madre supuestamente despechada y como él me tiene amenazada con llevársela y tiene permiso judicial para ello, he tenido que desarmar hasta nuevo aviso, la vida apacible que trataba de construir sobre cimientos de violencia disfrazada de normalidad, para que ella, jamás se diera cuenta de la verdad y pudiera ser una niña normal.


Hoy mi hija extraña su pieza, sus cosas, sus amigas, su rutina diaria que tenía desde el año 2010, sus clases de ballet y la huerta en la que trabaja cada jueves.

Ya llevamos una semana en otra casa y mi arresto es una bomba de tiempo. Ella no se merece estar escondida ni irse con un loco que dice tener permiso judicial para hacer lo que es mejor para su hija según una jueza.

Me han dicho: "Entréguese a la cárcel de mujeres y entregue a su hija a su padre. Él es el que sigue en la línea de familiares que puede cuidarla. Deje de ser porfiada. ¿No se da cuenta que lo mejor para los hijos es tener padre y madre?", o bien "Entregue a su hija así no se va presa. Si se va presa no va a poder hacer nada, en cambio si está libre, durante los 30 días que su hija esté con su padre, usted podrá denunciar si es que a ella le pasa algo..."

¿Hay que esperar a que pase algo?

¿Qué pasa con las mujeres que se dejan vencer por el miedo y terminan entregando sus hijos y pasando a llevar sus convicciones por presión de tribunales?

Que esto no siga pasando.

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